El yoga se está volviendo cada vez más popular en Latinoamérica. En general, existe un incremento de interés por parte de la población hacia las tendencias saludables o "wellness". El yoga se asocia comúnmente a esta onda saludable; sin embargo, existen ciertos prejuicios o creencias erróneas que lo rodean.
Muchos piensan que es simplemente sentarse con las piernas cruzadas y los ojos cerrados; otros, que es hacer posturas complicadas que solo las personas extremadamente flexibles pueden hacer; y algunos, que es una actividad exclusiva para adultos mayores o embarazadas. Y así, existen muchas ideas erróneas más.
Lo cierto es que el yoga es una disciplina originada en la India hace más de 5,000 años que tiene sus bases en el Hinduismo e implica mucho más que ejercicio físico. Es una filosofía de vida y un sistema integrado que tiene como objetivo calmar las fluctuaciones de la mente para poder conectarnos con nuestra esencia, esa parte de nosotros que también es parte de la divinidad, el universo o dios; dependiendo de cómo queramos llamarle. Cuando los 5 sentidos y la mente entran en un estado de calma y el intelecto no está activo, es ahí cuando podemos encontrarnos con esta esencia y llegar a este estado de conciencia elevada.
Dicho esto, las posturas físicas o asanas, por su nombre en sánscrito, son una herramienta para poder llegar gradualmente a este estado de calma mental al que apuntamos. Estas, sumadas a la respiración conciente, meditación y otros aspectos más son el medio, más no el fin. En occidente, la práctica de yoga muchas veces la reducimos solo a la parte física ya que, sin duda, es un muy buen ejercicio; sin embargo, si entendemos realmente lo que queremos lograr con ella y la vemos como algo mucho más holístico podremos potenciar exponencialemente sus beneficios para nuestra salud.
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